La historia de Merlin, una historia larga y dura.
Hoy os contamos la historia de Merlín, una historia larga y dura, que comienza nada más y nada menos que en Cádiz. Hoy nos quedamos con su FINAL FELIZ.
Su casa de acogida de Cádiz nos cuenta como empezó todo, esta es la historia de Merlín:
"Había pasado alrededor de un año vagando por las calles cuando me enteré de la existencia de Merlin. A Merlin alguien lo abandonó en un polígono industrial en el cual suelen aparecer perros cada poco tiempo. Al principio, según nos cuentan los guardas de seguridad, Merlin era un cielo, se acercaba a todo el mundo pidiendo cariño y se dejaba acariciar, deseando que alguien lo recogiera, pero se acercaba tanto a las personas, coches y comercios que los clientes empezaron a quejarse y obligaron a los guardas de seguridad a echarlo de los sitios.
Al poco de estar allí, apareció una nueva perrita igualmente abandonada. Ella era más asustadiza, pero le dió cariño a Merlin y se formaron en pareja. Tuvieron su primera camada y cuando la gente vio a los cachorros, desaparecieron muchos y ellos dos reaccionaron alejándose aún más de las personas, supongo que para evitar que les siguieran quitando cachorros.
Merlín comenzó a desconfiar de todos para proteger a su familia.
Cuando fui a ver la situación, Merlín y Senda (su pareja) acababan de tener su segunda camada y eran ya 8 perros (4 adultos y 4 nuevos cachorros). Al cruzarse delante de los coches, defender a sus crías, acercarse a las empresas buscando comida, etc. provocaron varios incidentes y llamaron a la perrera. Después de ir ellos me pasé a ver cómo estaban y no habían conseguido coger a ninguno. Merlín y su pareja habían aprendido a huir y esconderse en las marismas.
un grupo de muchas personas conseguimos capturar a los cachorros y a la mama, pero no a Merlín y sus hijos mayores (2 machos y 1 hembra).
Volví muchas, muchas veces a intentar coger a Merlín, pasaba en ese polígono meses de frío, lluvia, calor, hambre, insectos, parásitos... seguimos echándole de comer cada semana en el mismo lugar y poco a poco se fueron acercando y Merlín empezó a distinguir entre los extraños y nuestras voces.
Nuestros esfuerzos por cogerlo no cesaron, pero Merlín sentía el peligro y huía. Jaulas trampas, pastillas para dejarlo atontado... nada funcionó durante un año. Un año durante el cual lo ví desmejorar poco a poco. Cada vez que lo visitaba estaba más débil, delgado, triste, cansado y con un aspecto deplorable.
En las últimas semanas El Arca de Santi nos dio la noticia de que si lo cogíamos ellos se encargarían de todo y eso nos dio el último aliento para volver a intentarlo una vez más. Conseguimos que Merlin se comiera unas salchichas con pastillas para dejarlo noqueado (aún a riesgo de que le diese un ataque al corazón, al no saber sus condiciones físicas) y gracias a eso, a la debilidad que presentaba y al coraje que tuvimos que sacar para agarrarlo hasta que se rindió, conseguimos cogerlo, pese a sus gritos de miedo y delante de sus 3 hijos mayores que veían cómo nos lo llevábamos sin poder hacer nada más que ladrar del pánico.
Nada más cogerlo la primera parada fue en el veterinario. Había que descartar cualquier problema grave, realizar pruebas y darle un buen baño. Las malas noticias no tardaron en llegar. Merlín era positivo a todas las enfermedades a las que se puede ser positivo siendo perro: leishmania, erlichia, filaria, microfilaria, anaplasma, sarna... pero nosotros no nos íbamos a rendir y Merlín menos aún.
Tras dos meses de tratamiento, pastillas, baños, comida exquisita, muchas visitas al veterinario y, lo más importante, MUCHO, MUCHO CARIÑO, Merlín volvía a ser un perrito cariñoso, bueno, noble, dulce, cuidadoso... PERFECTO.
Aún tenía poquito pelo, pero todos los perros de la manada le habían tomado como el líder. Ese líder tranquilo, sabio y pacífico que había aprendido a ser en la calle cuidando de los suyos.
Al encontrarse mejor y haberse recuperado casi de todo, la veterinaria le dio permiso para viajar de Cádiz a Monzón (Huesca), donde esperábamos que fuese feliz y recibiera más cuidados y mimos. Creo que no soy la única persona que tras haberlo conocido pueda decir: "ojalá hubiera podido adoptarlo yo”. "
Después de todo lo que ha pasado, hoy Merlín vive felizmente adoptado en Barcelona. Sin duda es una de esas historias que nos ponen los pelos de punta, y podemos decir más que nunca que Merlín se merece por fin tener una familia y un hogar donde vivir lejos de las penurias de la calle.